Veo con muchísima preocupación los acontecimientos de los últimos días en nuestra patria. Hemos pasado de poner en riesgo la institucionalidad del país, a sumergirnos en sospechas de componendas políticas, que han generado una profunda polarización en nuestra patria.
Tal como lo expresó la Conferencia Episcopal Peruana el lunes 18 pasado: ¡Cuando se trata del bien del Perú, no han de regir intereses particulares sino el bien común de la patria!. Pero en estos momentos, gran parte de la ciudadanía mira con desconfianza e incredulidad a la clase política en general, por los actos públicamente conocidos y que la conciencia de la sociedad rechaza.
La confianza que los ciudadanos otorgan a sus autoridades y la honestidad que esperan de ellas, son valores intangibles que éstas deben cuidar; perderlos, atenta gravemente contra la institucionalidad, la gobernabilidad y la estabilidad del país.
Los peruanos tenemos derecho a que nuestras autoridades se conduzcan con la verdad, sin ocultamientos ni relativismos, y que en el ejercicio de sus funciones se desenvuelvan sobre los pilares de la ética, la moral y la primacía del bien común. En esta coyuntura nos ilumina Jesús diciendo: “conocerán la verdad y la verdad los hará libres” (Jn.8,32).
Todos “queremos la paz social en el Perú”, pero ésta no se puede construir a partir de una propuesta de reconciliación que lejos de unir, genere un enfrentamiento mayor. Pablo VI nos decía: ¡Si quieres la paz, trabaja por la justicia! (Mensaje Para la Quinta Jornada de la Paz, 01 de Enero de 1972).
La Iglesia Católica siempre estará al lado de las víctimas y de los más desfavorecidos de nuestra sociedad; así mismo, estará siempre dispuesta a elevar su voz profética y a prestar su colaboración para construir una autentica reconciliación: “El perdón recíproco no debe anular las exigencias de la justicia, ni mucho menos impedir el camino que conduce a la verdad: justicia y verdad representan, en cambio, los requisitos concretos de la reconciliación” (DSI 518).
Invoco al Señor de la Vida, Príncipe de la Paz, que ilumine a todos los peruanos para que actuemos con rectitud de conciencia y nos mantengamos unidos en la esperanza.
Trujillo, 27 de Diciembre del 2017
+ MIGUEL CABREJOS VIDARTE, O.F.M.
Arzobispo Metropolitano de Trujillo
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